Historias sobre vidas pasadas
Con la ayuda de mis sueños pude descubrir dónde había renacido mi madre. Unos minutos antes de morir, mi madre se quedó dormida y, al despertar, le dijo a mi hermana, que en aquellos momentos le atendía, que había soñado conmigo y que en el sueño yo le ofrecía un pañuelo blanco tradicional, que en tibetano llamamos khatag. Para mí, este sueño predecía que yo iba a ayudar a mi madre en su siguiente vida. Después de su muerte, recé todos los días para que renaciera en Inglaterra, donde yo vivo, y poder así tener la oportunidad de volverme a encontrar con ella y reconocer su reencarnación. Cada día rogué con devoción a mi Dharmapala (Buda protector del Dharma) que me mostrase señales claras de dónde había renacido mi madre.
Poco después tuve tres sueños muy significativos. En el primero, soñé que encontraba a mi madre en un lugar que parecía ser Inglaterra. Le pregunté cómo había viajado desde la India hasta allí y me contestó que no venía de la India, sino de Suiza. En el segundo sueño, vi a mi madre hablando con un grupo de personas, me acerqué a ella y, aunque le hablé en tibetano, no me entendió. En vida, mi madre solo hablaba el tibetano, pero en el sueño hablaba inglés perfectamente. Le pregunté si había olvidado el tibetano, pero no me respondió. Luego, en ese mismo sueño vi a una pareja de occidentales que ayudan a establecer centros de Dharma en Gran Bretaña.
Los dos sueños parecían indicar el lugar donde mi madre había renacido. Dos días después del segundo sueño, el marido de la pareja con la que había soñado vino a verme para anunciarme que su mujer estaba embarazada. En ese momento, recordé el sueño y pensé que su hijo podría ser la reencarnación de mi madre. El hecho de que en el sueño mi madre hubiese olvidado el tibetano y hablase solo en inglés sugería que iba a renacer en un país en el que se hablase este idioma, y la presencia de esta pareja en el sueño podía indicar que ellos iban a ser sus padres. Entonces, decidí hacer una adivinación tradicional, que en tibetano llamamos mo, y el resultado reveló, sin lugar a dudas, que este bebé era la reencarnación de mi madre. Aun así, decidí mantenerlo en secreto.
La misma noche en que llevaron a la mujer al hospital para dar a luz, volví a soñar con mi madre repetidas veces. A la mañana siguiente, tomé una determinación: "Si ha dado a luz esta misma noche, no hay duda de que se trata de la reencarnación de mi madre, pero en caso contrario seguiré investigando". Después, llamé por teléfono al marido, que me dio la buena noticia de que su mujer había dado a luz esa misma noche a una preciosa niña. La noticia me llenó de alegría y, en señal de agradecimiento a mi Dharmapala, hice una puyha (ceremonia) de ofrendas.
Unos días después, el padre me telefoneó y me dijo que cuando el bebé lloraba, si le recitaba el mantra de Buda Chenrezsig, OM MANI PEME HUM, dejaba de hacerlo y lo escuchaba con atención. Me preguntó por qué lo hacía y le contesté que era debido a las impresiones de su vida pasada, pues mi madre tenía mucha fe en este mantra y solía recitarlo a diario.
La niña recibió el nombre de Amaravajra. Más tarde, cuando Kuten Lama, el hermano de mi madre, vino a Inglaterra por primera vez, se quedó asombrado de lo cariñosa que era con él y dijo tener la impresión de que lo reconocía. Yo también tuve la misma sensación. Aunque no visito a Amaravajra muy a menudo, cuando lo hago, se alegra mucho de verme.
Un día, cuando Amaravajra empezaba a hablar, al ver un perro dijo señalándolo con el dedo "Kyi, kyi", y cada vez que veía un perro solía llamarlo así. Su padre me preguntó por su significado y le contesté que en el dialecto del oeste del Tíbet, donde mi madre vivía, kyi significa 'perro'. Además de esta palabra, también emitió otras en tibetano.
Más tarde supe, a través de mi cuñado, que después de la muerte de mi madre, un astrólogo había predicho que nacería como una mujer en un país de lengua diferente a la tibetana. Este suceso que acabo de relatar forma parte de mi propia experiencia, pero podemos encontrar otros casos auténticos de personas que han reconocido la reencarnación de sus maestros, padres, amigos y otros seres. Si contemplamos estos relatos y reflexionamos sobre la naturaleza de la mente y las experiencias oníricas, nos resultará más fácil aceptar la existencia de vidas pasadas y futuras.